¡Feliz año 2017! Siempre me pone triste nochevieja, será porque me acuerdo de los que no están. Reconozco que he tenido este blog bastante abandonado las últimas semanas pero escribir empezó a ser más una obligación que un placer. Vuelvo con fuerza, con nuevos planes, miles de ideas y sobre todo con otra actitud. Este año nos trae 365 oportunidades, así que a por ellas.
El 2016 no ha sido el mejor año de mi vida, por lo menos en cuanto a salud, pero el 2016 me ha traido a mi hija Vega, a esa personita maravillosa que me enseña todos los días algo, que me sorprende cuando menos me lo espero y que me enamora con esa risa tan espontánea e inocente. Soy consciente de que no soy objetiva, pero no me podéis negar que tiene una de las mejores sonrisas que habeis visto…

Este año (como todos) tengo mis objetivos bien marcados y es que para que las cosas mejoren lo que tiene que cambiar no es el año sino nosotros mismos. Para poder seguir, a veces, simplemente hay que empezar de nuevo.
Sin querer ser pesada repito lo que dije en la primera publicación de este blog: «lo esencial es invisible a los ojos».
